
24 Nov Metodologías Ágiles: menú para personas y organizaciones
Cómo encontramos al agilismo o cómo el agilismo nos encontró a nosotros, es otra historia que merece ser contada. Tal vez fuera una casualidad, tal vez fuera el destino. Lo que seguro sabemos es que los dos andábamos buscando “algo nuevo”.
Cansados de los clásicos modelos de gestión y planificación que usábamos en el día a día, nuestro olfato nos decía que debía haber “algo más”. Algo más sencillo, más práctico, más afín a nosotros. Estábamos en la búsqueda.
Cada uno tuvo sus momentos eureka con el agilismo. Rafa Continente me recomendó “Generación de Modelos de Negocios” de Alex Osterwalder, libro que rápidamente pasó a mi cola de lectura y se convirtió en el embajador del Design Thinking en mi biblioteca.
Al poco tiempo, «Paquete» Francisco Salvador, me explicó la decadencia de la consultoría de “bla, bla, bla” -muy potente en sus diagnósticos y muy floja en sus propuestas- y me dejó escrito en una hoja: “Teresa Oliver + Scrum”.
Obediente, seguí la “pista”: Scrum y Kanban llegaron a mi vida de la mano de la maravillosa Teresa Oliver. Y, para rematar la faena, “El método Lean Start-Up” de Eric Ries, se sumaba con fuerza a mis libros de cabecera. El combo era explosivo.
Practicaba todo cuanto podía, haciendo uso y abuso de mis clientes: canvas y post-its llenaban las reuniones y también mi casa.
Eso sí, nunca usaba los métodos de forma ortodoxa. Solo jugaba con las distintas técnicas (y los elementos que estas proponían), profundizando en aquello que entendía que era útil para mi y para mis clientes. Y como veía que funcionaba… ¡seguía!
La historia de Fernando con “lo ágil” no es muy distinta. Un cúmulo de cosas, libros, ideas, observaciones o simplemente… ¡ir a contracorriente! El primer input fue un taller de “Customer Development” impartido por Nacho Torre que, adelantado como siempre, esbozaba las ideas fuerza de la filosofía Lean para nuevos proyectos y empresas.
Términos como “pain” y “gain” resonaban en los oídos de Fernando y en sus plumas que, por aquel entonces, empezaban a convertirse en las embajadoras del Visual Thinking.
El siguiente alto en el camino, nos tuvo a los dos como protagonistas. Quedamos a comer con Teresa Oliver, y es que un encuentro tripartito era necesario (o al menos así lo creí). Por su parte, Fernando supo que aquel encuentro marcaría un antes y un después. Y tuvo que dibujarlo. Pero, ¿por qué? Esa es una buena pregunta…
El 7 de febrero de 2015 quedó marcado en la agenda de Fernando. En una de sus habituales visitas a la librería, encontró un libro escrito por un tal Jeff Sutherland. La portada rezaba “el nuevo y revolucionario modelo organizativo que cambiará tu vida”. Solo había una posibilidad: ¡comprarlo! Al minuto, estaba pagando en la caja “Scrum”. Solo una semana después, al acabar el libro, le puso en su primera página “ha hecho click en una parte de mi “croqueta”. O como diríamos en argentino “me voló el bocho”.
Desde entonces, ha prestado el libro varias veces. Colgó su primer “Scrum Board” en el trabajo ante la mirada atónita de algunos. Ha contado a todo aquel que lo quería escuchar, las maravillas que ofrece las metodologías ágiles, y ha intentado ayudar a otros haciendo uso de ellas. Post-it, rotuladores y papel, son ingredientes que usa en su día a día.
Así llegamos al día de hoy. Como ven, nuestra historia con el agilismo trasciende las etiquetas, tiene mucho explorado y aún mucho más por explorar. Acompáñanos!
En el capítulo anterior: «Agilismo, la película«.
Palabra: Melina Jajamovich / Dibujo: Fernando Abadía
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